ESCUELA DE CRECIMIENTO PERSONAL 

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La falta de amor propio no solo desgasta a nivel emocional en tu vida, sino que influye notablemente en todas tus relaciones. Son varios los comportamientos que adoptamos y los pensamientos que escuchamos cuando no nos queremos de verdad, pero principalmente puedes darte cuenta de que no te quieres de verdad si:

  • Piensas que no eres digno de ser amado/a: crees firmemente que no mereces el amor.

  • Tratas de complacer siempre a otras personas para obtener amor de ellas. Incluso llegas a ocultar opiniones y dejar de hacer algunas cosas. Eso te crea inseguridad, al desconectar de tu verdadero YO.

  • Vas detrás de alguien que te ignora, que pasa de ti. Que no te corresponde ni te valora.

  • Buscar el amor fuera de ti y te conformas con las migajas de otras personas.

  • Tienes adicciones severas: drogas, alcohol, relaciones tóxicas.

Todas estas cosas son signos de alerta de que algo en ti no va bien, de que no te estás queriendo lo suficiente, de que no estás viendo toda la luz y el potencial que hay en ti.

 

El miedo a que nos vuelvan a hacer daño, a nivel emocional y sentimental, provoca que, inconscientemente, nos enganchemos a un ex. Y, de esta manera, es muy difícil soltarlo.

¿Por qué? Porque como ya nos es familiar, nos sentimos a salvo. Sin embargo, nos impide conocer a alguien nuevo, porque nuestra energía emocional está totalmente ligada con él o ella. Con nuestro ex. Con alguien de nuestro pasado. Por eso se llama expareja. Porque es de antes.

Obviamente, esta “enganche” que mantenemos es como una “trampilla”, es cómo nos saboteamos para no abrirnos y conectar con alguien nuevo.

La herida principal cuando te sientes abandonado o rechazado es la separación de ti mismo. Pero solo puedes sentirte así, si colocas la fuente del amor fuera de ti. Si estás en una relación donde la otra persona es tu única fuente de amor, entonces cuando esa persona se va, el amor también desaparece, porque lo ves como algo que está fuera de ti.

El viaje espiritual te enseña que la verdadera fuente de amor está dentro, en tu interior. Y esta fuente nunca puede agotarse, ya que es infinita. Entonces, si puedes darte cuenta de que la energía del amor que fluye dentro de ti es infinita, entonces podrás reconocer que el abandono y el rechazo son ilusiones, no son reales. Es más, nunca puedes ser abandonado o rechazado. Alguien podría abandonarte físicamente, pero la única persona que realmente puede abandonarte eres tú. Así que recuerda: una relación nunca es únicamente sobre la otra persona.

Desde tu propia perspectiva, también se trata de estar en un lugar donde te sientas bien contigo mismo. Sin embargo, no olvides que la confrontación puede ser saludable cuando puede fortalecerte, cuando te permite aprender y crecer a partir de las situaciones y las personas con las que te encuentras. Mientras huyas, volverás a crear esos mismos escenarios una y otra vez. Así que trabaja a través de tus problemas y hacia el empoderamiento, así lograrás claridad, fuerza y ​​un sentido duradero de la verdadera fuente de amor

¿Cuál es la diferencia entre un juicio o una crítica innecesarios y una opinión simple?

Cuando juzgamos o criticamos, usamos mucha energía emocional que, a veces, es una proyección de cosas que no reconocemos en nosotros mismos. Por ejemplo, podría decir, "no me gusta esta mesa" porque realmente no me gusta su color beige. En ese caso, solo estoy expresando una opinión. Realmente no estoy añadiendo energía emocional o mental, solo digo que no me gusta algo. Entonces, en un caso así, ¿qué pasa con mi energía? ¿Se queda dentro de mí o se proyecta sobre la mesa? En este caso, no va a ninguna parte. Simplemente, estoy diciendo que no me gusta la mesa.

Aquí va un ejemplo diferente. Supongamos que tuve un accidente con esta mesa y dije: “No, no me gustan estas mesas, porque no son de fiar”. Ahora, cuando digo eso, ¿qué pasa con mi energía? Estoy haciendo un comentario que está cargado de energía emocional y estoy proyectando mi miedo en la mesa, porque no estoy centrada. De repente, la mesa se ha convertido en el desencadenante de la falta de confianza. Entonces, si digo: “No, no me gusta esta mesa”, ¿estoy juzgando o estoy criticando la mesa? Creo que el juicio y la crítica están muy estrechamente relacionados de alguna manera. Si afirmo: "no me gustan esas mesas porque son demasiado pequeñas", la energía tiene una calidad mental más que emocional. Cuando juzgo algo, siento que uso más energía proveniente de la mente, ya que proyecto mis pensamientos sobre la mesa.

Pongamos otro ejemplo, tengo derecho a expresar mi opinión cuando digo algo como: "no me gusta esta persona", pero, al decir eso, ¿simplemente estoy expresando una opinión? ¿O estoy juzgando a la persona y proyectando el pasado sobre ella, debido a una experiencia previa con ella? ¿Estoy proyectando mi propia energía mental en esa persona?

 La realidad es que hacemos este tipo de cosas todo el tiempo, proyectamos nuestros juicios, y, generalmente, se basan en una parte de nosotros mismos que tememos y tenemos dificultades para aceptar.

Entonces, cuando te das cuenta de que estás dirigiendo tu energía hacia el exterior, es cuando sabes que no estás siendo verdaderamente justo con una situación.

Cuando juzgas a alguien, hay algo sobre ti que no amas.

Os voy a hablar de un arquetipo realmente interesante: la Víctima. Es obvio que todos nos sentimos victimizados a veces y conocemos a personas que siempre “van de víctimas”. O sea, esas personas que siempre piensan que todo lo malo siempre les sucede, y así manifiestan esa energía negativa.

¿Puedes pensar en alguien que conozcas que actúe con el arquetipo de la víctima? ¿Qué es lo que hace que sus vidas y sus cualidades la conviertan en víctima?¿Puedes reconocer la energía de la víctima en ti mismo/a? ¿Puedes verla? ¿Puedes sentirla? Cuando te sientes victimizado/a, ¿qué sentimientos surgen? Seguro que muchos de los siguientes:


• Expectativas y actitudes negativas
• Pensamientos negativos
• Pena de ti mismo
• Falta de confianza
• Temor
• Culpa
• Impotencia

•Enfado

Mírate y trata de conectarte con esta energía en ti mismo, porque todos tenemos energía de víctima. Pregúntate: ¿cómo está viva tu víctima? ¿Cómo está actuando en tu vida? ¿Qué circunstancias en tu vida te hacen sentir victimizado?

Examinemos la energía de la víctima en una escala de 0 a 100. Por un lado, tenemos 100, la víctima que está realmente enojada y quiere venganza, la máxima energía de este arquetipo. Desde allí nos movemos hasta el cero, que es la persona que pierde el poder, que va a un rincón y se retira del mundo. Las personas en ese estado se sienten completamente impotentes y paralizadas, por lo que no pueden comunicarse ni hacer apenas nada, porque se sienten muy desgraciadas. Ese es el extremo cero de la escala.

A veces, cuando hablas con otras personas sobre esto, dicen:“¡Qué va! Para nada. Yo no soy una víctima”. Eso es porque tienen una visión de la víctima como la persona que está en un rincón alejada del mundo. Sin embargo, también se trata de todo lo que hay en el medio. De hecho, hay incluso víctimas que son realmente crueles.

Por tanto, aunque hay una energía básica de víctima, cada persona tendrá un aspecto diferente de esa energía. O sea, puede haber una situación en la que te sientas completamente impotente y otra en la que tu ira se haga cargo. Jugarás una dinámica diferente de la energía de la víctima según con qué personas. Por ejemplo, si un hombre muy fuerte y violento entra en tu casa, podrías entrar en modo cero, en ese estado de retiro completo donde no podrías decirle nada. Te paralizarías. Pero si tuvieras que lidiar con un niño pequeño que es un acosador, podrías tratar de disuadirlo, para que la energía de víctima estuviera en algún lugar en el medio. Puede que si alguien lastime a tus hijos, la energía de tu víctima sea bastante violenta. En resumen, la energía de víctima reacciona de manera diferente dependiendo de la energía que venga hacia nosotros. Por eso, debemos tratar de verla como nuestra amiga, como una energía que realmente está tratando de despertarnos y decirnos algo.

¿Cuál es el mensaje de ser una víctima?
Tu víctima te dice: "Oye, tienes que respetarte más, quererte mejor y mantenerte firme"

Otro de los arquetipos realmente importantes en nuestras vidas es el del saboteador. ¿Qué significa y cómo podemos lidiar con él/ella cuando se presente?
Todos tenemos esa voz que nos dice que tenemos que hacer ejercicio, comer de manera saludable o irnos a la cama temprano. O que no debemos estar con ciertos tipos de personas o que debemos hacer esto o lo otro. No obstante, es esencial aprender a distinguir la voz del Corazón, la voz de quiénes somos, de la voz del miedo. De la voz del saboteador, del que nos boicotea. Por lo general, cuando escuchamos la voz del miedo, la oímos en nuestras cabezas y está acompañada de mucha confusión. Sin embargo, cuando escuchamos la voz del Corazón, la oímos en nuestros corazones y nos sentimos cómodos o, por ejemplo, sentimos que definitivamente no deberíamos estar en algún lugar o que sí. Luego está la voz del Hara o el útero, ese sentido central de poder o de estar realmente en el lugar correcto. Así que hay muchas voces sucediendo en cualquier momento.

El sabotaje ocurre cuando tu voz interior te dice que “sí” al cambio, pero otra voz te suelta de repente “Pues si no estás tan mal, ¿para qué vas a arriesgar? Estás bien donde estás. ¿Para qué vas a salir a lo desconocido? Quédate donde estás, que al menos tienes el control de dónde estás y sabes qué esperar”. Entonces, cuando esa voz entra, el Corazón se contrae y dice: “Tengo mucho miedo”. Y te sientes perdido.

Así que echemos un vistazo a este sabotaje y a esta voz que nos impide ser quiénes somos. La verdad es que si nos conectamos con el aspecto luminoso de esta energía, veremos que el Saboteador nos está ayudando a aumentar nuestra resistencia espiritual. Está ahí como un amigo. Como seres humanos, no nos gusta el cambio porque es algo con lo que no podemos lidiar. Conocer realmente tu sueño y saber quién eres realmente es un trabajo duro. Es un desafío ir a donde necesitas ir y moverte a través de obstáculos. Entonces, cuando esta voz entra y te dice: "Bueno, tampoco estás tan mal aquí ... sabes que no lo lograrías, a ver si va a ser peor", ahí es cuando sabes que necesitas creer en tu Corazón y en tu instinto. Ve a por ello.

Sin embargo, el problema surge cuando no entiendes el significado del saboteador. Si le das tu poder, se convierte en tu enemigo. Puedes dar tu poder a la voz de saboteador, al Corazón, al Hara o a la Mente Superior. Lo importante es saber que tienes una opción. Muchas personas cuando escuchan esa voz sienten que no tienen otra opción. Por todo ello, es importante que aprendas a amar tu miedo, que lo veas como un impulso, como una manera de decirte: “Esto es importante para ti. Ve a por ello”.

Piensa en algo o alguien a quien juzgas duramente:•

¿Qué emociones sientes cuando ves a esta persona o cosa que no te gusta?

• ¿Qué pasa energéticamente?

• ¿Creas un muro o un límite?

Al final del día, nunca se trata de la otra persona o cosa, sino de lo que proyectamos desde nosotros mismos. Y esta proyección está basada en el miedo. Es decir, por lo general, hay una parte de nosotros que quiere ser amada, así que mostramos una imagen “buena”, pero como la acción no es incondicional, la recompensa tampoco lo es. Realmente creo que hay muchas maneras de vivir en este mundo.

Desaprender el juicio propio

Realmente me apasiona todo esto de la identidad. Cuando nos ponemos una etiqueta, como "soy una buena persona", no es útil. Obviamente, nos juzgamos a nosotros mismos. Lo mismo ocurre cuando nos etiquetamos como malos o perezosos, o lo que sea despectivo. Nos ponemos esas etiquetas y se las ponemos a los demás.

Pero la verdad es que tenemos muchas energías diferentes y, a menudo, parecen estar en oposición. Cuanto más hago un tipo de elección, más automática se vuelve. Cuando lo abordamos de esta manera, el dilema de "soy bueno o malo" no entra en juego. ¿Voy a ser generoso o egoísta? Cuanto más uso la energía generosa, más me identifico con esa energía. Pero la realidad es que no soy generoso, sino que me comporte generosamente porque tengo energía egoísta dentro de mí. No se trata de juzgar esa energía, se trata de reconocer la dualidad. La generosidad no puede existir sin el egoísmo. No puede ser. Estamos en un estado de dualidad, donde todo está casado con su opuesto: luz y sombra, arriba y abajo, día y noche.

Entonces, ¿por qué lo que no nos gusta de nosotros no nos gusta en otras personas? La sombra de lo que no reconocemos en nosotros se nos presentará en otras personas. Así que lo que debemos vigilar son las cosas que desencadenan algo en nosotros. Hay que juzgar menos, por ejemplo, a las personas que tienen adicciones severas, y tener más compasión por ellas.

Eso es lo que está detrás de la sombra, y lo hemos puesto allí porque no podemos afrontarlo, porque no encaja en la etiqueta de "la buena persona". Y es que desde que somos niños se nos dice: "Tienes que ser bueno. Sé una buena chica (o chico)”. De ahí la importancia de desaprender.

Recuerda: Cuando juzgas a alguien, hay algo sobre ti que no amas.


¿Sientes que siempre atraes a hombres con miedo al compromiso?

Seguramente, estás atrapada en un patrón que se repite una y otra vez. Y no dejas de preguntarte: ¿por qué siempre me pasa lo mismo? ¿Por qué todos me hacen “ghosting”? ¿Por qué ninguno me quiere?

Incluso puede que pienses que has hecho algo mal, o que tienes algo que no gusta. Pero la realidad es que: “Atraes a hombres no disponibles, porque tú misma no lo estás”.

Quizás te cueste creerlo y te entiendo, porque yo también pasé por ahí hace 20 años. Y entonces alguien me habló de este patrón que te indico. El de estar emocionalmente no disponible. Y recuerdo que yo también pensé: “eso no es posible, si estoy intentando conocer a alguien. Y estoy segura que quiero una relación a largo plazo.
¿Cómo no voy a estar disponible? No tiene sentido”.

Pero ciertamente sí lo tiene. Si tú realmente no estás preparada para una relación y para recibir amor, difícilmente vas a conocer a alguien que quiera darte eso. Quizás tienes el corazón cerrado por experiencias traumáticas pasadas. En definitiva, por miedo a que te lo rompan. Y eso te impide ver a esos hombres que sí están disponibles emocionalmente.

Por ello, quiero ayudarte a romper con ese patrón que te está impidiendo disfrutar de relaciones sanas. Quiero acompañarte en el camino, para que consigas estar lista para ser amada.

Lamentablemente, hay personas que han tenido un padre ausente. Es decir, que no siempre estuvo presente en sus vidas o no recibieron de él el amor que se supone debe proporcionarte un padre.Si es tu caso, he decirte que esa falta de amor o de presencia no tiene que ver contigo, sino con él.   O sea, si tu padre te hizo daño, no es porque tú seas de una manera u otra, tiene que ver con quién es él.

En la relación con nuestros padres necesitamos ser vistos y aceptados. Y, por supuesto, que nos permitan ser quienes queremos. Pero si hay algo que realmente anhelamos es ser apoyados. Sin embargo, a veces, por alguna razón no recibimos ese apoyo de nuestros progenitores. Y esa falta de conexión la arrastramos como adultos. E incluso podemos exportarla a nuestras relaciones, a nuestro trabajo y hasta a la forma en la que criamos a nuestros hijos.

Si crees que no recibiste el amor de tu padre, ni su apoyo, seguramente tengas una herida profunda pidiendo sanar. La verdad es que llevo más de 20 años trabajando con personas que tienen este tipo de problema. Y, generalmente, eso influye en sus relaciones porque siguen sufriendo por esa carencia.

Evidentemente, cuando no entendemos el comportamiento de nuestro padre, lo juzgamos. Aparte, podemos tener miedo de afrontarlo y solemos desconectar para no lidiar con la herida. No obstante, esa no es la mejor opción, sino que es necesario comprender qué está pasando y recordar la energía de nuestro padre, para saber si sigue resonando dentro de nosotros.

Y no desesperes, puedes cambiar esta situación. Y si hay algo que no recibiste cuando eras niño o niña, ahora mismo te lo puedes proporcionar tú. Si quieres saber cómo, me encantaría ayudarte

A veces, crecemos con la creencia que para que una relación funcione nos tenemos que estar sacrificando constantemente. O sea, que tenemos que ir "aguantando" determinadas cosas. Pensamos que para ser amados, tenemos que darlo todo a diferentes niveles,  hasta el punto de quedarnos vacíos, porque si no, consideran que eres egoísta. Y nadie quiere a alguien egoísta en su vida. ¿Verdad?Pero la realidad es que esta creencia causa mucho dolor y provoca situaciones totalmente injustas. De hecho, puede provocar que la persona que se sacrifica acabe siendo un felpudo, donde sus necesidades y prioridades son pisoteadas por los demás. Incluso puede que ya no sepa ni quién es y vaya a la deriva cumpliendo los deseos de los demás.

A mí particularmente, me costó mucho esfuerzo el reconocer y sanar este patrón heredado, entender su origen y sobre todo las implicaciones que conlleva a la hora de relacionarme con los demás. 

Y nuestra sociedad está repleta de patrones de este tipo o incluso peores. Es más, si volvemos la vista atrás en la historia podemos ver cómo nuestros antepasados sacrificaban niños, vírgenes o animales  para pedir a los dioses que les otorgaran lo que más querían: ganar la batalla, tener buena cosecha, recobrar la salud… En esencia, esto es una energía de trueque: "yo doy lo que más valoro y a cambio los dioses me dan lo que más quiero". Supongo que este trueque no siempre se cumplía.

Y lo mismo ocurre ahora. Muchas veces, después de hacer el sacrificio no recibímos lo que queremos. En los casos que comentaba antes, se echaban la culpa pensando que habían hecho algo mal, algo que había enfadado a los dioses. Esto implicaba hacer un sacrificio mayor. Hoy en día, la ofrenda se convierte en sacrificar nuestro tiempo, dinero, cuerpo, pensamientos o sueños para ser amados y apreciados.Y no es valorado, podemos pensar que es porque no hemos hecho suficiente, porque debíamos haber dado más. En definitiva, sacrificado más.

Creo que es importante hacer la distinción entre sacrificar algún aspecto de nosotros mismos (para mí implica pérdida, inferioridad y baja autoestima) o saber ceder de tal manera que sea acuerdo mutuo, donde ambas partes dan y reciben igualmente (para mí conlleva madurez emocional, autoestima y equilibrio personal).

En la energía de sacrificio creemos que no somos lo suficiente para conseguir lo que queremos, pensamos que de alguna manera lo tenemos que “comprar”,  que lo que queremos está fuera de nosotros. Pero, en realidad, cuando aprendemos y transcendemos el sacrificio, reconocemos que lo que buscamos no está fuera sino dentro de nosotros mismos. Lo contrario al sacrificio es un estado de derecho, donde nos creemos que por el hecho de ser nosotros, nos lo merecemos todo y progresamos por el sacrificio de otros.

En una relación es muy frecuente que se unan estos dos tipos de personas, la que se sacrifica y la que se siente con derecho. La persona que se sacrifica encuentra su encaje perfecto en la persona que se siente con derecho a todo y viceversa. La lección que ambos deben aprender es reconocer el verdadero valor de la vida, las cosas y el valor de uno mismo. No obstante, estas dos personas no se unen por equivocación, es una unidad que invita al crecimiento y a la evolución donde el objetivo es crear una relación interdependiente.

¿Es el perdón lo contrario de la traición? No, es el puente entre la traición y el amor. Pero lo que a menudo sucede con el perdón es que hay un pequeño viaje de poder en marcha. Y también hay un sentido de juicio, como si alguien hubiera hecho algo malo o incorrecto a otra persona, y esta otra elige perdonar. O tal vez estamos perdonándonos a nosotros mismos. Pero ya sea que perdonemos a alguien o a nosotros, todavía existe ese sentido de juicio que clasifica a las personas como buenas o malas.
A veces, podemos sentirnos lastimados por otras personas. Pero si las consideramos como seres completos, tanto la parte que es amor puro como la que es dolor, podemos ver más allá de su comportamiento. Quizás, lo que están haciendo puede ser la única forma en que saben cómo resolver su dolor.

El objetivo, entonces, es ver que la esencia de todos es la misma y que somos amor puro. El amor está ahí en todos, y no se ha ido a ningún lado. Entonces, cuando alguien se está comportando de manera destructiva, puede ser de ayuda el reconocer a esa persona como amor puro y de la misma esencia que todos los demás.

En cambiosolemos juzgar a las personas en función de dónde están en lugar de dónde vienen y hacia dónde van. Sin embargo, algunas almas están más evolucionadas que otras, por lo que es bueno ser paciente otros. Hemos de observar la espiritualidad de la misma manera que si tuviéramos dos años o veinte. Hablando espiritualmente, si solo he evolucionado al nivel de un niño de dos años, nadie puede esperar que yo haga el equivalente espiritual de conducir un coche. Entonces, si tú tienes veinte años y la mayoría de las personas a tu alrededor tienen dos, trata de ser compasivo. Si regresas diez años atrás de donde estás ahora y piensas cómo eran las cosas entonces, verás que estabas en un lugar diferente.
¿Te juzgarás entonces porque eras diez años más joven? ¿Te juzgarás dentro de diez años porque no eras tan consciente ahora? Es todo parte del viaje.

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¿Qué pasa cuando estamos en una relación con alguien que no es honesto?

En toda relación hay una energía invisible que nos conecta con la otra persona y con todo lo que ocurre entre nosotros.  Por eso, cuando nuestra pareja no es honesta, algo dentro de nosotros nos avisa. Una parte sabe que algo no está bien. Y tú también lo sabes.

Sin embargo, tenemos y tienes la opción de negarlo y creer que no pasa nada. O incluso podrías pensar que te estás equivocando, lo que hace que te desconectes de tu intuición e incluso llegues a dudar de ti. Esto provoca que te cuestiones muchísimo, hasta el punto de cuestionarte también quién eres, tus valores y cómo percibes el mundo. Obviamente, todas estas sensaciones dañan tu autoestima. La tuya y la de toda persona que viva algo similar.

Es más, puede ser peor. Ya que la persona que no es honesta suele tachar a la otra de “loca” o “paranoica”. Si te ha pasado, puede incluso que te hayan dicho que “eres muy celoso o celosa”. Y puede que incluso te lo hayas creído y asumas tú la culpa. Pero no es así, y la verdad tarde o temprano sale a la luz.

Al estar en una relación donde no hay honestidad, siempre estamos alerta, buscando señales que demuestren que tenemos razón. Que no es una paranoia. Que no estamos locos. Evidentemente, esto es realmente peligroso, puesto que puede convertirse en una obsesión.  Y hasta podría afectar a nuestra próxima relación, en caso de que lográramos romper con esta. Puede que más adelante conozcamos a una persona y desconfiemos de inmediato, precisamente por la falta de honestidad que hemos sufrido en la anterior relación. Las experiencias pasadas que no hemos sanada influyen en siguientes relaciones. Y, en un caso así, la nueva pareja podría sentirse ofendida y controlada.

Por tanto, es un ciclo muy peligroso del que hay que salir cuando antes, por nuestro bienestar emocional y para evitar convertirnos en personas paranoicas y obsesivas, con personas que además no lo merecen.

Por otro lado, cuando conoces a alguien que de verdad es honesto contigo, te sientes segura, hay una conexión emocional sana. No hay celos, no hay desconfianza y hay una comunicación sincera, en caso de tener alguna duda.

Evidentemente, no podemos evitar sentir nuestro dolor, pero como no podemos lidiar con él directamente, creamos los tipos de comportamientos y situaciones que nos conectan con ese dolor de una manera más indirecta.Entonces, ¿por qué creamos conductas destructivas para lidiar con nuestro dolor? ¿Por qué no comportamientos constructivos o positivos? Lo mismo ocurre con nuestras reacciones dolorosas a situaciones externas. El dolor está vivo dentro de nosotros, así que esa es la verdadera fuente de nuestra reacción. Pero debido a que no nos hemos conectado completamente con él como si estuviéramos dentro de nosotros mismos, lo vemos como proveniente del exterior. Alguien más me está haciendo enfadar. Alguien más me está poniendo triste. Alguien o algo me hace sentir lo que siento. El dolor que estoy sintiendo no es mío. Es causado por algo fuera de mí.

Es normal que nuestras emociones se activen cuando nos relacionamos con otras personas o cosas. Pero cualquiera que sea su origen, solo podemos asumir la responsabilidad de nuestro 50% de la relación. Tal vez el comportamiento de la otra persona no está bien, pero aún necesitamos ver nuestra propia reacción, porque eso es lo que nos pertenece y eso es lo único que podemos controlar.

A veces, también estamos devastados por acontecimientos que les ocurren a personas que no conocemos personalmente, como cuando una persona famosa muere repentinamente y existe esa terrible y vivida sensación de dolor y pérdida, aunque no la conozcamos. Esa intensidad proviene del desencadenamiento de una sensación de pérdida o pena dentro de nosotros. Luego proyectamos ese dolor en la persona famosa, pero no se trata de él o ella, se trata de nosotros. Pero incluso si esa reacción parece fuera de lugar al principio, es algo bueno si nos permite conectarnos con nuestro propio dolor y liberarlo.

Los hábitos destructivos y los desencadenantes externos también pueden funcionar como señales de advertencia. Si habitualmente comes en exceso hasta el punto de que ni siquiera te das cuenta de que lo estás haciendo, es probable que sea una advertencia de que no te estás conectando con algún problema interno. Y ten cuidado de simplemente reemplazar un comportamiento por otro, porque no funciona a largo plazo. Una vez más, tendrás que conectarte con el problema más profundo y tratar con él en algún momento. De lo contrario, el dolor seguirá apareciendo en diferentes formas hasta que te adueñes de él, dejes de juzgarlo y dejes de juzgarte a ti mismo.

A veces, nuestros hábitos destructivos también pueden enmascarar el dolor subyacente, tan profundamente que no experimentamos las dos cosas como si estuvieran relacionadas. Tal vez nos sentimos bien en ese momento, pero ahí estamos, comiendo en exceso o con cualquiera que sea el comportamiento. La razón por la que se produce es porque el dolor está tan sumergido que no nos damos cuenta de su presencia, excepto por la forma en que aumenta en forma de comportamientos y situaciones destructivas inexplicables.

El dolor siempre está tratando de salir a la superficie de diferentes maneras. El hecho de que no sepamos lo que estamos haciendo, de que nuestras mentes estén tan reprimidas, con tantas capas de protección, significa que estamos adormecidos. De nuevo, ese es nuestro mecanismo de seguridad.
Porque cuando estamos adormecidos, ¿qué significa eso? No sentimos nada. Y si no sentimos nada, entonces pensamos que estamos bien. Entonces, en ese caso, la necesidad es ir dentro de nuestros cuerpos hasta donde sea que estemos manteniendo ese adormecimiento. Por lo general, lo que sucede entonces es que vamos al extremo opuesto, que es la experiencia aterradora de estar abrumado por la emoción.  Por lo tanto, todo lo que hagamos para protegernos está un extremo, por lo que ir al otro extremo es terrible, ya que no estamos acostumbrados.

Afortunadamente, no necesitamos ir al extremo opuesto. Simplemente podemos volver al punto medio, que, al final, es lo que haremos de todos modos, porque es en el medio donde encontramos nuestro estado natural.

Cada caso es diferente, pero cuando hay un entumecimiento en el corazón, puede significar que hemos movido la energía hacia la cabeza. El adormecimiento luego toma la forma de juicio propio, duda de sí mismo o terquedad hasta el punto de llegar a la rigidez. Sean cuales sean las cualidades que estemos manifestando, esas cosas deben ser examinadas porque serán la clave. Una vez que nos demos cuenta de lo que estamos juzgando en nosotros mismos y lo liberemos, se liberará la energía para que pueda volver al corazón.

Incluso cuando hay una desconexión del corazón, el problema puede no estar realmente en él. En cambio, podría ser una creencia que se proyecta en el corazón. Entonces, si no puedes conectarte con un problema en ti mismo, mira el mundo exterior y pregúntate: "¿Qué estoy juzgando? ¿En qué situaciones me estoy metiendo?". Eso te dará la información que necesitas para liberar los pensamientos y creencias que te han impedido darte permiso para entrar profundamente en tu corazón. Tu corazón también puede estar perfectamente bien, incluso si está desconectado. En ese caso, es el bloqueo mental con el que debes lidiar, el bloqueo que has creado para proteger tu corazón.

La otra cosa que todos necesitamos escuchar es el cuerpo. El cuerpo no miente. Entonces, pregúntate: "¿Qué me dice mi cuerpo?". Esa es la base de la kinesiología: trabaja partiendo del principio de que el cuerpo no miente. Entonces si le hacemos una pregunta al cuerpo, responderá con la verdad. El cuerpo lo sabe instintivamente. Si estamos en una situación peligrosa, el cuerpo reaccionará de una manera. Si estamos tranquilos y relajados, reaccionará de otra. El cuerpo siempre sabe lo que está pasando. 

En definitiva, y a pesar del dolor que nuestras acciones pueden causar, todo lo que hacemos, ya sea constructivo o destructivo, es una forma de amarnos a nosotros mismos. Sé que suena como una contradicción, pero si estamos tratando de sobrevivir, eso significa que nos estamos amando a nosotros mismos. Es cierto que podríamos estar haciéndolo de manera equivocada y destructiva, pero el motivo subyacente, el intento de sobrevivir en todos los niveles, es un acto de amor.

¿Qué es la vergüenza? ¿Cómo podemos reconocerla en nuestro vocabulario cotidiano? En los últimos meses he estado observando de qué manera, como sociedad, usamos inconscientemente el lenguaje de la vergüenza. A veces, incluso estamos avergonzando a los demás o a nosotros mismos sin ni siquiera darnos cuenta. Es algo que de alguna manera ha sido programado en nuestros cerebros. Y hasta introducida por nuestros padres desde pequeños.

Veamos uno de tantos ejemplos: Jesús tiene 4 años. Está jugando en el salón con algunas pinturas. Y su madre se va a la habitación de al lado a contestar una llamada, mientras él se queda solo jugando. En ese momento está en pleno proceso creativo y, de repente, ve lo que él cree que es un maravilloso lienzo vacío llamado "la pared del salón". Como además quiere impresionar a su mamá, porque le encantan los dibujos que él hacen decide crear una nueva obra maestra. Pero esta vez en la pared blanca del salón. Sin embargo, lo que consigue no es lo que él espera, ya que cuando vuelve la madre, lo primero que le dice es “Jesús, ¡qué malo eres! El pequeño no entiende por qué su madre está tan molesta. No entiende cómo el seguir su flujo creativo es algo malo. No comprende por qué es malo, así que expresa esa frustración con una rabieta. No sabe qué hacer con la energía de este sentimiento, por lo que lanza todo lo que tiene a mano al suelo y contra esa misma pared. Al mismo tiempo, la mamá está realmente enfadada porque Jesús se está portando aún peor.  Aunque a nivel inconsciente, ella seguramente se cuestiona si es buena madre o no.Con este tipo de situaciones y reacciones, lo que puede ocurrir es que Jesús integre que ser creativo es algo malo. Y como su madre le ha hecho sentirse avergonzado, quizás la próxima vez que sienta un impulso creativo lo reprima.

Obviamente, esto es solo un ejemplo, pero veo a muchas personas que vienen a mí con tristeza o ansiedad y, en muchos casos, se trata de vergüenza. Creo que la vergüenza se aprende. En algún momento de nuestras vidas, alguien nos dijo que ser quienes éramos era malo y nos dijimos internamente que si queríamos ser amados, aceptados y / o encajar, teníamos que reprimir una parte de nosotros.
En el ejemplo anterior, la mamá pudo haberse dado cuenta de que Jesús solo necesitaba que le mostraran los límites de una manera amorosa, compasiva y apropiada para su edad. Evidentemente, la percepción del mundo de un niño 4 años es totalmente diferente a la de un adulto. Por eso, considero que es importante separar al niño de su comportamiento. Como padres, debemos enseñar al niño cómo vivir en el mundo, pero no podemos enseñarle al niño a ser su yo auténtico.

La vergüenza y la culpa van de la mano.La culpa viene de la percepción de que hemos hecho algo malo, mientras que la vergüenza proviene de la creencia de que quienes somos es algo malo.Por eso, hemos de ser muy cuidadosos con las etiquetas, especialmente con los niños pequeños, para evitar usar el término dualista de "niño / niña bueno" o "niño / niña malo". Es decir, debemos enseñar a nuestros hijos a comportarse de una manera que sea respetuosa con los demás y con las cosas. Como sociedad tenemos reglas para una vida armoniosa.
Mi pregunta es: ¿cómo podemos enseñar a nuestros hijos a comportarse respetuosamente sin tener que usar el control, la culpa o la vergüenza?

Pues lo primero es tener reconocidos esos valores internamente, porque si no ¿Cómo voy a enseñar respeto si no me respeto a mí mismo? ¿Cómo le voy a enseñar a un niño a lidiar con la ira de una manera saludable si reprimo mi ira? ¿Cómo le voy a enseñar a mi hijo a tener confianza si no creo en mí mismo?, etc.

Cuando estaba en la escuela, recuerdo que una maestra dijo: "Empezamos a educar a nuestros hijos 20 años antes de que nazcan". O sea, para educar, tenemos que educarnos. Es importante reconocer todas las energías inconscientes, tales como miedo, culpa o vergüenza, que seguramente arrastramos de nuestros padres y madres, incluso de otros ancestros. Son los llamados patrones inconscientes que es preciso sanar, para no transmitirlos a nuestros hijos.

Por ejemplo, creo que cuando usamos el término niño/a bueno o malo, la energía que hay detrás de eso es vergüenza y control. Cuando la energía inconsciente es el control, lo que estamos diciendo es "Si haces lo que te digo que hagas, te amaré y si no lo haces, entonces no lo haré". Cuando usamos el control, siempre hay una manipulación subyacente que volverá a nosotros a través del niño que nos manipula, porque eso es lo que les estamos enseñando sin saberlo.

Lo que también he observado es que no solo las palabras negativas (estúpido, cabezota, perezoso, feo…) pueden provocar vergüenza; a veces, las palabras positivas también pueden crearla. ¿Cómo es posible? Pues porque, en ocasiones, queremos tanto ser amados y aceptados que abandonamos quienes realmente somos para ser "buenos". Sin embargo, este concepto de “bueno” es solo una percepción.

En resumen, cuando nos permitimos dejar de usar este lenguaje, sea bueno o malo, encontramos la verdadera libertad a medida que nos alejamos de la vergüenza. Creo que no somos ni buenos ni malos, pero que estamos aquí en este mundo tratando de descubrir quiénes somos y permitir esa expresión única del ser.

Entonces, cuando estés usando los términos "bueno" o "malo", pregúntate, ¿cuál es la energía detrás de esto? ¿Qué quieres decir con eso? ¿Estás usando el lenguaje de la vergüenza o el lenguaje del amor?

Una de las principales razones por las que no funcionamos desde un lugar de libertad es porque queremos gustar. No queremos que nos vean como una bruja, un acosador o cualquier otro arquetipo con connotaciones negativas. Y esto claramente refleja nuestro miedo personal. Es decir, no nos expresamos de forma transparente porque no queremos que la gente nos odie. Esto nos puede conducir a la energía de la víctima, que conlleva no tener límites, por lo que nos sentimos atacados o humillados. De ahí la importancia a establecer límites en nuestras relaciones.Crear límites no acorta la libertad de la otra persona. Simplemente envía el mensaje de que tú también tienes derecho a la libertad y al respeto. Todos nosotros tenemos el poder y la libertad de crear vidas satisfactorias sin faltar el respeto o imponer nada a otras personas. Ese es el verdadero mensaje de límites: respeto mutuo y empoderamiento. Entonces, la vida se convierte en una cuestión de expresar las maravillosas energías que ya tenemos, en lugar de intentar extraer lo que alguien podría no querer dar.

Otra buena herramienta de aprendizaje es cambiar tu pensamiento en torno a la idea de que el ataque es inevitable. No estoy diciendo que si te están atacando debas quedarte allí y meditar, aunque es cierto que el espíritu del amor puro tiene el poder de transformar cualquier situación. Hay muchos ejemplos de esto, algunos de los cuales desafían una explicación lógica, pero también debes conocer tu propio nivel y tu preparación. Por ejemplo, si vives en una zona de guerra y te encuentras en el camino un tanque que se aproxima y que está disparando contra civiles inocentes, no dudes en utilizar tus instintos e intuiciones sobre qué hacer. Creo muchas cosas son obvias para la mayoría de nosotros. Sin embargo, a veces, cuando has pasado por una situación traumática, puedes tener dificultades para dejar de lado la idea de que estás siendo atacado, incluso si la situación externa cambió hace mucho tiempo. Aquí es donde se vuelve doblemente importante trabajar en tu estado interior. Dado que lo que creas en el interior se manifiesta en el exterior, a medida que cambias tus creencias de forma suave y gradual para expresar más armonía, también te vuelves más armonioso y en tu vida se manifiesta eso.

Los límites son esenciales para las relaciones

Obviamente, es importante no ponerlos desde la agresividad y el miedo, sino desde una posición de amor y compasión. Por otro lado, hay que evitar dar por hecho que las otras personas saben cuáles son nuestros límites o que tú sabes cuáles son los suyos, si antes no han sido expresados. 

"Solo por hoy crea límites de amor, aceptación y respeto"

Y recuerda que no podemos prever el comportamiento de otra persona, pero sí podemos controlar nuestra reacción respecto a eso.

 En uno de mis libros, "7 días para mejorar nuestras relaciones" explico la importancia de saber distinguir los diferentes límites.  Algunos los generamos desde el miedo, como el aislamiento o el escudo para protegernos de que nos hagan daño. Aunque evidentemente también nos aislamos del amor. Podemos incluso no tener límites, lo que puede provocar en nosotros negatividad, agobio y frustración.

No obstante, podemos crear un límite desde el Amor, el del "empoderamiento". Cuando establecemos este límite, estamos en un lugar de amor con uno mismo y de autoaceptación. Es así como nos alejamos de toda negatividad y conectamos con nuestra verdadera esencia de "Puro Amor". Y si nosotros nos empoderamos, nuestra presencia puede fortalecer a otras personas. 

En resumen, cuanto más te respetes, más respetarás a los demás, y, al mismo tiempo, más aprenderán ellos a respetarte.

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